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Biodescodificación para la menopausia

By 29/02/2016noviembre 11th, 2020No Comments

MENOPAUSIA Y BIODESCODIFICACIÓN: MIEDO A ENVEJECER Y A NO SER DESEABLE

Por Jesús Casla

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Hipnosis Clínica Reparadora     Terapia Regresiva     Descodificación Transgeneracional

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La menopausia marca una etapa importante en la vida de toda mujer coincidiendo con la llegada de la madurez. Supone el cese permanente y definitivo de uno de los signos más evidentes de su feminidad y de su capacidad para generar vida: la menstruación. Representa, de forma fehaciente e inequívoca, el acceso a la fase crepuscular en la vida de toda mujer, con implicaciones anímicas, psicológicas y fisiológicas.

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La menopausia implica cambios físicos y anímicos que pueden llevar a la mujer a desvalorizarse y a sentirse no deseable

Es un proceso que se desarrolla a lo largo de varios años; pero que normalmente se inicia cuando el período menstrual comienza a perder su habitual regularidad. La menopausia es el resultado de una progresiva disminución de los niveles de estrógenos y progesterona. Estos cambios hormonales tienen repercusiones importantes en el cuerpo de la mujer. Tanto los estrógenos como la progesterona son vitales para el mantenimiento en estado óptimo de la vagina y el útero. Asimismo, estas hormonas son cruciales para el mantenimiento de un ciclo menstrual normal. Un nivel adecuado de estrógeno es fundamental también para la buena salud de los huesos y para que la mujer mantenga un correcto nivel de colesterol.

Habitualmente, la menopausia se presente entre los 45 y los 55 años. Sin embargo, la medicina considera que algunos hábitos y diversas circunstancias pueden adelantar su aparición. Entre ellos, quizá el más importante es el consumo habitual de tabaco por las deficiencias de estrógenos que provoca. Se calcula que la menopausia se presenta alrededor de tres años antes en las mujeres fumadoras. En sentido contrario, está demostrado que la actividad física realizada de forma habitual contribuye a retrasar la menopausia, además de proteger contra la osteoporosis.

Un caso extremo es el de la menopausia precoz o temprana; cuando ésta aparece entre los 35 y los 40 años. Aparte de circunstancias quirúrgicas, este adelanto poco habitual suele deberse a fallos ováricos prematuros y a la enfermedad celíaca no tratada.

La progresiva disminución y desaparición de las hormonas femeninas que caracteriza a la menopausia ocasiona la aparición de una serie de síntomas inconfundibles. En primer lugar, el ciclo menstrual se va convirtiendo poco a poco en irregular, a veces incluso desde varios años antes de la menopausia (premenopausia) hasta su completa desaparición. Otro de los síntomas más reconocibles es el insomnio. También los sofocos: sensación de calor y ansiedad acompañados de sudoración y palpitaciones.

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Otro síntoma muy común es la sequedad vaginal precisamente por la disminución de estrógenos y progesterona y la consiguiente pérdida de lubricación vaginal. Esta sequedad vaginal provoca, a su vez, otro de los síntomas habituales durante la menopausia: dispareunia, es decir, dolor durante el coito que puede verse agravado por la reducción el tamaño del cuerpo del útero y el del cuello uterino durante la menopausia.

La menopausia también provoca la aparición de osteoporosis; o sea, disminución de la masa ósea y el consiguiente aumento de la fragilidad, así como el mayor riesgo de sufrir fracturas debido a la descalcificación de los huesos por los cambios hormonales antes mencionados.

La menopausia no sólo implica cambios en la estructura ósea sino también en la figura corporal. La llegada de esa fase otoñal en la vida de toda mujer conlleva cambios metabólicos que suelen traducirse en un aumento de la grasa corporal, en obesidad. La grasa corporal, que durante la juventud representa alrededor del 25-30% de la masa, alcanza normalmente el 40% a la edad de 50 años. Obviamente, este incremento puede verse favorecido por el hecho de que la mujer asuma paulatinamente hábitos más sedentarios. En ocasiones, los cambios en la figura corporal no implican tanto el incremento del porcentaje de grasa como una serie de modificaciones en la localización de la misma, sin que el resultado altere apenas el peso.

Los cambios físicos que comporta la menopausia suponen factores de riesgo cardiovascular y para otras enfermedades como diabetes porque los cambios hormonales mencionados acaban afectando, muchas veces, el normal equilibrio de la glucosa. Pero estos cambios físicos también pueden representar serios traumas estéticos con claras repercusiones emocionales, anímicas y psicológicas. Muchas mujeres viven esos cambios de su figura corporal con inestabilidad emocional e irritación porque se ven forzadas no sólo a asumir la declinación de su fertilidad sino también su reubicación social e incluso familiar.

Estos cambios también afectan a cómo vive la mujer su sexualidad. Ésta no desaparece; pero sí disminuye el deseo y requiere más estímulos para alcanzar un orgasmo que, en cualquier caso, será menos vigoroso que antaño. Todo ello puede sumir a la mujer en una sensación de inestabilidad y angustia acentuada por los sentimientos de desvalorización. Los cambios se dejan sentir en el ámbito social y laboral; pero, sobre todo, en la familia, donde la mujer toma conciencia de que no sólo su cuerpo cambia sino que también el crecimiento y paulatino alejamiento de los hijos evidencian que su función materna –como educadora- también comienza a formar parte del pasado. Todo ello abona el terreno para la posible aparición de trastornos anímicos y psicológicos como el insomnio –en cualquiera de sus variantes-, desmotivación, trastornos relacionados con la pérdida de concentración, cambios relacionados con el apetito, pérdida de la líbido, etc.

Toda mujer, cuando le llega la menopausia, tarde o temprano se acaba haciendo las mismas preguntas: ¿sigo siendo válida?, ¿sigo siendo deseable?, ¿me encuentro bien físicamente? Porque en el fondo se manifiestan siempre el miedo a envejecer, el recuerdo de etapas pasadas y la angustia de dejar de ser deseable, atractiva. En definitiva, la menopausia frecuentemente provoca un rechazo de la mujer hacia sí misma; una desvalorización por la pérdida de atributos y funciones pasadas.

Desde una interpretación estrictamente biológica, la osteoporosis que llega con la menopausia pone de manifiesto esa desvalorización interna que vive y siente la mujer. Asume ese proceso en soledad y llena de dudas. No se siente apoyada y posiblemente tampoco comprendida en su entorno familiar. Y en esa situación no le resulta emocionalmente sencillo adaptarse e integrar sus nuevas circunstancias.

La sequedad vaginal tan frecuente en la menopausia evidencia que inconscientemente la mujer siente frustración sexual por su nueva situación. Le cuesta más obtener placer y éste se atenúa. Puede sentir incluso culpabilidad por no poder atraer al macho o por haber perdido parte de su atractivo físico. Los sofocos y calores tan típicos de la menopausia hablan de lo mismo. Con esa sensación de calor y bochorno, el inconsciente de la mujer expresa la existencia de un conflicto interior de una frustración sexual interna. Cuando una mujer siente calores, el impulso más primario es desvestirse. La memoria biológica conserva ese hábito para captar la atención y generar el deseo en el macho. Es, por tanto, una respuesta biológica para neutralizar esa frustración sexual.

Asimismo, la menopausia conlleva una marcada tendencia al aumento de peso, respuesta biológica de la mujer que afronta con temor, desasosiego e incertidumbre esa nueva etapa de su vida. Si, en lugar del incremento de peso, se observa una redistribución del tejido graso -que se acumula principalmente en las caderas-, la mujer manifiesta inconscientemente un ansia de proteger o resaltar su feminidad en todo ese proceso cambios físicos y anímicos que la llevan a dudar si resulta atractiva y deseable.

En definiva, la menopausia suele ser una etapa difícil desde el punto de vista emocional porque pone en duda los atributos y capacidades que la mujer ha sentido como propios y soporte de su identidad durante su vida. Obliga a una readaptación y esto siempre genera un cierto desasosiego. La mujer necesita reencontrarse en esta etapa, renacer a una nueva etapa de su vida llena de potencialidades; ni mejores ni peores, distintas. Una nueva fase de su vida en la que, habiendo dejado atrás sus funciones como criadora y educadora, dispone de más tiempo para sí misma y para su pareja. La menopausia abre un nuevo camino que la mujer puede y debe transitar descubriendo aspectos novedosos y enriquecedores que posiblemente ignoraba. Incluso en el aspecto sexual se puede permitir disfrutar plenamente sin riesgos.

La menopausia es una transición natural que ofrece múltiples posibilidades a la mujer; pero el hecho de poder disfrutarlas pasa necesariamente por la aceptación de que la juventud pasó y que el nuevo escenario debe afrontarse con la sabiduría y la serenidad que aporta la edad y la experiencia para poder obtener el máximo provecho de él.

* Jesús Casla es autor de los libros: