Por Jesús Casla
BioNeuroEmoción BioDescodificación Descodificación Biológica
Hipnosis Clínica Reparadora Terapia Regresiva Descodificación Transgeneracional
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La metrorragia es un síntoma ginecológico que hace referencia a cualquier hemorragia vaginal procedente del útero, desvinculada del ciclo menstrual. Se calcula que llega a afectar a alrededor del 20% de las mujeres a lo largo de su vida. Frecuentemente se confunden menorragia y metrorragia. Mientras que la metrorragia, como hemos visto, no guarda relación con la menstruación, la menorragia siempre está vinculada a la regla y se caracteriza tanto por el aumento de la pérdida de sangre como por la prolongación del flujo menstrual durante más de una semana. No obstante, la mujer que padece metrorragia a menudo presenta también menorragia, es decir, reglas anormalmente caudalosas y prolongadas.
Si observamos las causas de la metrorragia, podemos establecer dos grupos:
.- Disfuncionales: provocadas por alteraciones hormonales, como por ejemplo la anovulación (ciclo en el que los ovarios no pueden soltar un óvulo), problemas funcionales de la hipófisis, afecciones de la tiroides o cambios hormonales debidos a la llegada de la menopausia.
.- Orgánicas: resultado de alteraciones orgánicas. Estas metrorragias son, por tanto, indicio de la posible existencia de otras enfermedades o afecciones. Las anomalías orgánicas o enfermedades que más habitualmente provocan metrorragia son las erosiones o ulceraciones en el sistema reproductivo, la presencia de quistes en los ovarios, cáncer de cuello de útero, endometriosis, inflamaciones agudas o crónicas, anomalías cardíacas y enfermedades sanguíneas. También suelen surgir episodios de metrorragia después de abortos no planificados o por problemas derivados del uso del DIU (Dispositivo IntraUterino). Asimismo, se observa una mayor incidencia de casos de metrorragia cuando, de forma regular, se toman medicamentos anticoagulantes o antiinflamatorios. Entre las metrorragias orgánicas se incluyen también las hemorragias que aparecen durante el embarazo. También una simple fiebre alta o la existencia de trastornos psíquicos pueden provocar hemorragias vaginales.
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A su vez, la presencia de metrorragia puede provocar otros síntomas. El principal, la aparición de astenia, caracterizada por malestar general, agotamiento mental y una acusada debilidad muscular que, a diferencia de la fatiga, no remite con descanso. El otro síntoma principal al que puede dar lugar la metrorragia es la anemia por la acusada y reiterada pérdida de hierro en las hemorragias. Al igual que la astenia, la anemia incide de forma muy acusada en esas sensaciones de irritabilidad, abatimiento, malestar general y agotamiento tan características de la metrorragia.
Si nos fijamos en las situaciones y conflictos surgidos y vividos en la relación de pareja y, por extensión, relativos a las relaciones sexuales y afectivas, detrás de la metrorragia hay frecuentemente conflictos de separación, de no estar en contacto con la persona querida o con la pareja amada, con la pareja. Puede haber un sentimiento de frustración sexual porque las circunstancias impiden tener ese tipo de relaciones o disfrutar plenamente de ellas; conflictos de no poder o no llegar a consumar el acto sexual, o no disfrutar del mismo. En estos casos, la metrorragia esconde, por tanto, un anhelo profundo de gozar de una vida sexual más satisfactoria y deja en evidencia la vulnerabilidad de una mujer que puede, incluso, sentirse sexualmente manipulada.
En relación a los hijos ya tenidos o aún por tener, la metrorragia puede poner de manifiesto un sentimiento de culpabilidad inconciente por parte de la mujer que se reprocha internamente no haber recibido adecuadamente al hijo recién nacido, o que se reprocha no haber podido proporcionar ni el hogar soñado ni el ambiente familiar propicio para ese hijo. Mujeres que, en cierto modo, reclaman ayuda para ejercer su función materna; pero que se prohíben a sí mismas pedir esa colaboración. También en relación con los hijos y la concepción, la metrorragia que tiene lugar durante el embarazo muestra rechazo y miedo inconsciente de la mujer a estar embarazada. La respuesta biológica de la metrorragia durante el embarazo sirve precisamente para aparentar que no está encinta y, de paso, evidencia ese rechazo inconsciente.
Mujeres, por otra parte, con tendencia a desvalorizarse y culpabilizarse con respecto a situaciones surgidas en el ámbito familiar o con respecto a posibles discrepancias existentes con su pareja. En el fondo, se sienten apartadas de núcleo familiar. Se desvalorizan y adoptan una postura de sumisión porque entienden que así pueden ser aceptadas y, en consecuencia, no molestan. Obviamente, esta actitud por parte de la mujer difícilmente consigue cambiar o corregir un ambiente y una atmósfera familiar tóxica en la que siente que se ahoga.
En los casos de metrorragia es importante analizar la territorialidad y la privacidad que disfruta la mujer afectada. Está demostrado que la incidencia de casos de metrorragia se incrementa cuando la mujer no goza de privacidad. Esta sintomatología aparece con mucha frecuencia en las mujeres que, por precariedad económica principalmente, viven su primera etapa de casadas en casa de los suegros o con otros miembros de la familia política. Ese contexto las priva de territorio propio y, muy probablemente, de la privacidad adecuada para disfrutar libremente de la relación afectiva y sexual con su pareja. Esto mismo puede ocurrir a la inversa, ocasionando con los mismos efectos. Por ejemplo, la familia política que, por cercanía geográfica, se entromete constantemente. En este caso, la mujer se siente abusada en su intimidad y sufre en silencio esas intromisiones que acepta para no generar situaciones de conflicto con su marido o pareja.
Toda pérdida de sangre, toda hemorragia, manifiesta un fastidio interno en la persona. La sangre simboliza la alegría de la vida y con la hemorragia se pierde la alegría de vivir. Las mujeres que padecen metrorragia suelen ser personas con tendencia a reprimir esa angustia que sienten en su interior, asociada a situaciones conflictivas en el ámbito familiar. Viven y afrontan esos problemas en aislamiento porque creen que nadie puede o está interesado ayudarlas.
Desde el punto de vista estrictamente sistémico y familiar, la metrorragia expresa, en primer lugar, sensaciones de sentirse despegada, apartada y puede que incluso incomunicada con respecto a la familia. En segundo lugar, la metrorragia manifiesta también el probable deseo de alejarse de ese ambiente familiar tóxico, huir de la familia o, por el contrario, querer que otro miembro abandone la familia para así poner fin a esa toxicidad y a ese ambiente “irrespirable”.
Abordar los casos de metrorragia desde la BioNeuroEmoción o BioDescodificación requiere estudiar el Proyecto Sentido y el Arbol Genealógico porque este análisis sistémico revela qué programas inconscientes ha heredado de sus antepasados la mujer que presenta este síntoma ginecológico. Este análisis desvela, además, qué conflictos del clan está repitiendo o qué circunstancias conflictivas vividas por la madre durante el Proyecto Sentido han predispuesto a esta mujer a sufrir metrorragia.
La mujer que padece metrorragia debe analizar todas las circunstancias descritas y tomar conciencia de aquellas que están o han estado presentes en su vida. Debe obtener la conclusión o conclusiones pertinentes sobre su situación personal y tomar conciencia de ello. El objetivo final, y más importante, es que haga consciente lo que antes era inconsciente para poder comprender los conflictos inconscientes que están detrás de su metrorragia. A continuación, tiene que poner en marcha cambios precisos en su vida. Debe valorarse, respetarse, afirmarse y reconocerse en todos sus valores y capacidades para poder liberarse y superar la metrorragia de forma definitiva.
* Jesús Casla es autor de los libros: