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ÚTERO Y BIODESCODIFICACIÓN: EL NIDO, NUESTRA PRIMERA CASA

By 28/03/2016abril 27th, 2020No Comments

Por Jesús Casla

BioNeuroEmoción     BioDescodificación     Descodificación Biológica   

Hipnosis Clínica Reparadora     Terapia Regresiva     Descodificación Transgeneracional

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El útero (o matriz) es un órgano de gestación cuya función básica consiste en  recibir al cigoto para su implantación y posterior nutrición por medio de vasos sanguíneos específicamente desarrollados para ese fin, dando lugar a diversas etapas de desarrollo a través de las que ese cigoto se convierte en embrión, luego en feto hasta llegar al bebé que nueve meses después verá la luz fuera de la tripa de su madre.

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El útero representa simbólicamente el nido, nuestra primera casa.

El útero simbólicamente representa la casa, el hogar, el nido. Desde el punto de vista del embrión–feto–bebé que en él se desarrolla, se debe tener presente que las primeras experiencias siempre dejan recuerdos imborrables y, precisamente por eso, adquieren significados especiales, como el primer beso, el primer día de colegio, el primer amor. El útero es nuestro primer hábitat, la primera casa que habitamos, el primer entorno con el que nos identificamos. Todo lo que vivamos y sintamos en él quedará profundamente archivado en nuestro inconsciente y conformará los cimientos de nuestro Proyecto Sentido. No en vano, es precisamente en el útero donde se realizan los intercambios de substancias entre la madre y el hijo y donde se genera la conexión emocional madre – hijo.

Para la madre, el útero representa la concepción, la recepción y la organización del nido para el hijo que llega; el territorio y la responsabilidad y capacidad de organizarlo. Las intrusiones en el territorio y todo lo que pueda limitar o condicionar esa capacidad de organizarlo libremente afectará emocionalmente a la mujer y, por ende, se reflejará en su biología. Además, al ser el órgano de la menstruación, los problemas relacionados con el útero generan alteraciones directas en la regla, afectando su periodicidad, su regularidad, su duración y su intensidad, por lo que pone de manifiesto cómo vive la mujer su feminidad, su sexualidad y su rol como madre, educadora y esposa.

Al tratarse de la primera casa que habitamos, los síntomas y problemas asociados al útero siempre están relacionados directa o indirectamente con situaciones en las que la madre siente que no puede llevar a buen término la gestación del niño o sufre porque cree que no puede nidificar adecuadamente o le invade una angustia profunda porque teme no poder llevar a cabo el papel de madre. A menudo, son conflictos vividos como pérdida y, otras veces, éstos tienen claras connotaciones sexuales relacionados con la pareja.

La biología de la mujer que tiene dificultades o no puede dar a luz debido a problemas en su útero nos revela que anhela tener un hijo; pero que sus miedos profundos le bloquean y le impiden cumplir sus deseos. La mujer que no puede dar a luz también es posible que esté resentida consigo misma porque cree que no será capaz de proporcionar un hogar y un ambiente familiar idóneos para su hijo. Muchas veces se trata de memorias transgeneracionales de otras mujeres del clan familiar que enfrentaron y sufrieron este tipo de circunstancias en sus vidas; programas inconscientes que la mujer recibe desde el momento en que es concebida, bien por lealtad y afinidad transgeneracional o por Proyecto Sentido de su madre o de su abuela materna.

Las patologías más frecuentes relacionadas con el útero son las infecciones, los trastornos funcionales, los fibromas, los miomas, los pólipos, los tumores y el cáncer. Se trata siempre de conflictos relacionados con la pareja o con embarazos que han ido mal, abortos, partos difíciles y peligrosos o situaciones que ponen el riesgo la supervivencia, continuidad y renovación del clan.

Fibromas

Los fibromas, o quistes, son tumores benignos de tejido fibroso que se forman con frecuencia en el útero. Al no causar dolor, pueden pasar inadvertidos incluso durante años. La presencia de este tejido puede generar en la mujer el efecto psicológico de que alberga un bebé en su útero. En estos casos, los fibromas uterinos revelan a menudo un rechazo profundo de esa mujer a comprometerse plenamente con su pareja o amante.

Sin embargo, biológicamente cualquier fibroma o quiste revela la existencia de un rencor reprimido y cuando aparecen en el útero es porque ese resentimiento va dirigido hacia la pareja. Son agravios y desplantes que se repiten o se mantienen en el tiempo. La mujer se siente lastimada, injustamente atacada en su integridad. Durante mucho tiempo madura ese resentir reprimido que acaba solidificándose. Los quistes son penas y rencores acumulados durante largo tiempo con los que simbólicamente la mujer pretende amortiguar esos golpes y los que puedan llegar.

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Pueden ser también pesares y dolores acumulados y sostenidos en el tiempo por el fallecimiento de un hijo, por haber sufrido un aborto, por haber dado un hijo en adopción e incluso por la separación de un hijo hospitalizado durante sus primeras semanas o meses de vida. La mujer con quistes en su útero debe tomar conciencia de su situación y dejar de creer que es mejor madre y persona por conservar su dolor por el hijo perdido.

Miomas

Son tumores benignos que se forman en el útero en mujeres fértiles y maduras, raramente en menores de 20 años o en mujeres menopáusicas. Habitualmente, la presencia de miomas provoca infertilidad y pueden llegar a ocasionar también abortos, así como partos prematuros.

En los casos de miomas uterinos son muy habituales las situaciones de frustración sexual. Mujeres que sufren porque no pueden llegar a disfrutar o consumar el acto sexual. Conflictos también en los que la mujer sufre una angustia profunda porque se siente incapaz de encontrar pareja y, en consecuencia, se ve privada de la copulación. En el fondo, los miomas uterinos son un programa biológico ante un conflicto de territorio; falta algo, hay un vacío en la casa –el útero- que inconscientemente lleva a la mujer a rellenarlo.

Cáncer de cuello de útero

El cáncer de cuello de útero responde a conflictos de frustración sexual con el macho que son vividos por la mujer como sucios, como golpe bajo o traición. También se añade a menudo un conflicto de separación porque la mujer sufre la falta de contacto con el ser querido, bien porque no está, bien porque lo ha perdido o se ha ido con otra. Esa mujer sufre porque desea ser poseída. Se siente sola y le invade una angustiosa frustración sexual. Afronta con desamparo la certeza –en unos casos- o la sospecha –en otros- de haber sido abandonada o sustituida por otra. Vive en soledad el dolor de no haber sido la elegida o de sentirse la segunda. Conflictos, en definitiva, de separación y de desvalorización sexual.

En ocasiones, ni siquiera es necesario que estas situaciones sean reales. La sospecha de no haber sido la elegida o de haber sido sustituida por otra y el miedo que esto genera pueden ser suficientemente intensos para activar la biología de esa mujer que puede acabar sufriendo cáncer de cuello de útero.

Endometriosis

El endometrio es la capa mucosa que recubre el interior del útero. Durante la ovulación, esta capa se engrosa para recibir el óvulo fecundado y favorecer su adecuado desarrollo. Durante los ciclos menstruales que terminan sin fecundación esta capa es eliminada junto con el flujo sanguíneo de la regla.

El desarrollo excesivo de esa mucosa y su expansión a otras zonas próximas se conoce como endometriosis. Cuando el tejido endometrial aparece en la vesícula, que representa el órgano vinculado a la organización y marcado de territorio, se trata de conflictos surgidos habitualmente en el hogar o en el trabajo. Si el tejido endometrial se desplaza hasta los ovarios es porque la mujer ha vivido o está viviendo un conflicto de pérdida, probablemente un aborto o la muerte prematura de un hijo. En estos casos suele haber memorias transgeneracionales de niños fallecidos al nacer o en la primera niñez.  Cuando la endometriosis se manifiesta en el recto siempre hay detrás situaciones que la mujer ha vivido como traición y golpe bajo por parte de su pareja.

La endometriosis pone de manifiesto que la mujer siente que no dispone del nido o la privacidad adecuados para procrear. Puede tratarse de un hogar inadecuado, un ambiente familiar tóxico o la presencia de otras personas, como por ejemplo la familia política. Todo ello limita la capacidad y la libertad de la mujer para organizar su territorio y sentir que éste reúne las condiciones idóneas para que crezca su hijo.

Más habitualmente, la endometriosis responde a memorias transgeneracionales y de Proyecto Sentido surgidas de muertes ocurridas en partos anteriores o partos que resultaron peligrosos. Puede tratarse incluso de la memoria del propio parto de la mujer que sufre endometriosis si éste implicó un sufrimiento excesivo y dolor tanto para ella como para su madre. La memoria celular de esa mujer guarda latente toda esa información que se activa y manifiesta cuando anhela ser madre; memoria que puede llegar a obstaculizar ese deseo a través de su biología para evitar la posibilidad de repetir episodios de dolor y peligro. La mujer desea tener un hijo; pero hay algo más fuerte y profundo que lo impide. Es un miedo inconsciente que bloquea su deseo.

Cuando el endometrio crece en exceso sin desplazarse fuera del útero puedo dar lugar a la aparición de pólipos que se incrustan en la pared del útero. La presencia de estos cuerpos extraños en el útero no suele manifestar síntomas; pero sí puede provocar irregularidades en la intensidad y la periodicidad de la regla, así como metrorragias o sangrados vaginales desvinculados de la menstruación. Los pólipos endometriales son causa probable de infertilidad porque comprometen seriamente la posibilidad de quedarse embarazada y dificultan el mantenimiento de embarazos en curso. Los pólipos endometriales ponen de manifiesto la inseguridad de la mujer sobre su capacidad para llevar a cabo el embarazo. También evidencian sus dudas para comprometerse plenamente con su pareja, así como sus miedos ante la posibilidad de recibir a su hijo en un ambiente familiar o en un hogar inadecuados.

El útero representa el nido, la casa, la privacidad y seguridad que anhela y necesita la madre para proporcionar el ambiente familiar ideal a su futuro hijo. Cualquier síntoma referido a esa parte de su cuerpo desvela, como hemos visto, la existencia de conflictos emocionales que la limitan en sus deseos y capacidades como generadora de vida. Conflictos que comprometen seriamente su función materna y que delatan cómo vive y siente su relación de pareja.

La mujer que sufre cualquiera de las enfermedades vinculadas al útero debe tomar conciencia de las circunstancias de su Proyecto Sentido, de las posibles memorias transgeneracionales a las que está expuesta y, por supuesto, de esos miedos e incertidumbres que le están bloqueando. A partir de esa toma de conciencia podrá realizar los cambios necesarios en su vida para liberarse y realizarse en coherencia y plenitud.

* Jesús Casla es autor de los libros: